Los árboles son maravillas de la creación, crecen a partir de diminutas semillas, se alimentan de nutrientes poco perceptibles al humano como los hay en el suelo terrestre, y utilizan la luz solar para efectuar su fotosíntesis.
Muchos producen frutos comestibles, otros en cambio, brindan una relajante sombra o una grandiosa vista en un panorama. Y no hay duda que ya hemos visto algunos que tienen ya varias décadas y se les ve muy fuertes.
¿Cómo podríamos imitar un árbol? Claro está, para los humanos es totalmente dañino pasar horas al aire libre y expuesto a los rayos solares, aunque unos minutos de sol al día sí son de mucho beneficio.
Hay otros aspectos que podríamos imitar. Por ejemplo, el aspecto que menos nos exponen estos bellos titanes de la naturaleza, la raíz.
Y es que la raíz, según algunas fuentes, es la primera de las partes embrionarias que se desarrolla durante la germinación de la semilla. Y no solamente es la primera, sino que en algunos casos llega incluso a ser la más grande.
Se dice que algunas raíces de árboles del desierto, llegan a medir hasta unos 70 metros de profundidad, debido a la dificultad con la que obtienen agua y minerales para subsistir.
Y... ¿Cómo podríamos imitar las raíces de los árboles? Pues no vamos a decirlo, esa parte cada uno ya sabe como hacerla. El motivo del presente texto es nada más hacer reflexionar al lector, que muchas veces hay aspectos en la vida que no parecen verse, pero son indispensables para la estabilidad en varios aspectos.
Cada quié sabe como mejorar sus "raíces", en otras palabras, sus bases o cimientos. Por lo tanto, esforcémonos por tener un mejor fundamento en nuestra vida, e imitemos la solidez con que los árboles se mantienen en pie a pesar de las inclemencias que les rodean.
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