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jueves, 29 de enero de 2015

Juguemos a no jugar



La palabra jugar tiene un significado bastante popular. Desde aquel niño que no tiene juguetes pero juega con las piedritas en la calle, hasta el que crece rodeado de lo último en tecnología y tendencias de la diversión.

El asunto es que todos hemos jugado en algún momento. Y muy probablemente sigamos jugando. ¿A qué? Esa es una pregunta que aunque suena sencilla, deberíamos hacernos detenidamente.

¿A qué jugamos? Bueno, el juego de la vida es bastante sencillo. Jugar, o no jugar. Vivir, o no vivir. Pero, y ¿qué tiene esto que ver con los juegos de los niños?

Crecimos bajo la costumbre de la diversión, que viene enlazada a la felicidad. No cabe duda que son dos aspectos básicos en la vida de un niño, y de un adolescente también. El asunto es que poco a poco el juego cambia. De pequeños, jugábamos con muñequitos. Luego tal vez ya jugábamos con otros amigos, practicábamos algún deporte, o jugábamos con una consola de videojuegos.

Poco a poco los juegos se vuelven más intensos, duros, físicos, con mayor competitividad. Algunos se pasan a jugar con su vida. Sí, con la vida real. Éste juego puede pasar a formar parte de la vida propia, e incluso incluir en el juego a los demás que lo rodean.

¿Y qué tipo de juego queremos jugar nosotros?

El juego depende de nosotros. Algunos juegan a llevar una vida acelerada y llena de emociones. Otros, juegan a solamente vivir el momento. Hasta hay un cierto eslogan que ha cobrado mucho auge recientemente, que dice "You only live once" o YOLO.

¿Es ese el juego que tu quieres jugar?

Y solamente es un ejemplo. Puesto que juegos hay muchos. Algunos deciden jugar con el sexo opuesto. Otros, con su familia, o hasta con sus amigos. Y creo que está de más decir, que hay algunos que juegan con ellos mismos.

Entonces, si te invito a jugar, te daré dos opciones. ¿Quiéres ser juguete, o jugador? En el juego de la vida, eso lo decides tú.

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