El asunto es que todos hemos jugado en algún momento. Y muy probablemente sigamos jugando. ¿A qué? Esa es una pregunta que aunque suena sencilla, deberíamos hacernos detenidamente.
¿A qué jugamos? Bueno, el juego de la vida es bastante sencillo. Jugar, o no jugar. Vivir, o no vivir. Pero, y ¿qué tiene esto que ver con los juegos de los niños?
Crecimos bajo la costumbre de la diversión, que viene enlazada a la felicidad. No cabe duda que son dos aspectos básicos en la vida de un niño, y de un adolescente también. El asunto es que poco a poco el juego cambia. De pequeños, jugábamos con muñequitos. Luego tal vez ya jugábamos con otros amigos, practicábamos algún deporte, o jugábamos con una consola de videojuegos.
Poco a poco los juegos se vuelven más intensos, duros, físicos, con mayor competitividad. Algunos se pasan a jugar con su vida. Sí, con la vida real. Éste juego puede pasar a formar parte de la vida propia, e incluso incluir en el juego a los demás que lo rodean.
¿Y qué tipo de juego queremos jugar nosotros?
El juego depende de nosotros. Algunos juegan a llevar una vida acelerada y llena de emociones. Otros, juegan a solamente vivir el momento. Hasta hay un cierto eslogan que ha cobrado mucho auge recientemente, que dice "You only live once" o YOLO.
¿Es ese el juego que tu quieres jugar?
Y solamente es un ejemplo. Puesto que juegos hay muchos. Algunos deciden jugar con el sexo opuesto. Otros, con su familia, o hasta con sus amigos. Y creo que está de más decir, que hay algunos que juegan con ellos mismos.
Entonces, si te invito a jugar, te daré dos opciones. ¿Quiéres ser juguete, o jugador? En el juego de la vida, eso lo decides tú.